jueves, 25 de noviembre de 2010

La costumbre

El acostumbrarse forma parte de nuestra ética formal y moral, forma parte de nuestras acciones y de nuestra cotideaneidad; sacarnos del eje no es buen síntoma argentino, ir más allá de las oportunidades que se nos presentan no son buen augurio acá, pero alguna vez nos preguntamos si la simple costumbre de las cosas es buen peón en nuestro tablero?, seguro, es una presa fácil, fácil de corromper, fácil de quebrar y más aún fácil de destruir.
Un día sucede un acontecimiento que nos dificulta las decisiones, que nos martilla el bocho con las distintas jugadas que se nos barajan a lo largo de la vida, pero en el juego no es todo azar, un alto porcentaje de una buena jugada forma parte de las ganas que tengamos de que esa jugada no falle, del entusiasmo que le ponemos al querer triunfar. Hoy en día el sentido puede tomar varios rumbos, el destino puede engañarnos y habría que estar un poco más atento ante ello, porque las decepciones y las desilusiones vienen de la mano de la costumbre, ganar, perder, hasta empatar forma parte de la cotideaneidad de la vida, pero uno se da cuenta que quizás la jugada podría haber sido mejor pero no lo fue porque nos es habitual jugar de una manera específica, estamos acostumbrados a una forma o un estilo de vida que hace más llevadera nuestra existencia y ahí es dónde viene la sorpresa; siempre se aprende, para bien o para mal, las cosas suceden de algún modo y estaría buenísimo no estar acostumbrado a que siempre sea de la misma manera.

Nos gusta, nos encanta, nos fascina -iugh- acostumbrarnos, deberíamos haber escuchado un poquito más a Sartre, quizás hubiésemos entendido por qué la costumbre no lucha contra la naturalidad de nuestros actos.


Del 6 de enero de 2010

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