viernes, 25 de septiembre de 2015

Huésped

No me pidas que me guarde el dolor en el bolsillo. No me parece propio de una persona como vos. Si no me guardo ese dolor es porque prefiero actuarlo, masticarlo y depurarlo a su debido momento. Porque me permito desplegar sus hilos y dejarlos en alza para que aireen sus heridas. Porque quizás es más fácil poder dejarlos ir cuando estén secos. No prefiero este dolor, me gustaría no retardar esas risas para que nos demos cuenta que anochece cada vez más tarde. Porque al dolor lo abraza la primavera, y se resfría como cualquiera de nosotros, y ahí, con las defensas bajas, es más fácil atacarlo de raíz. 
No me guardo este dolor porque si hay algo que me jacto de no ser, es hipócrita; porque lo acepto y lo invito a acompañarme cuánto tiempo le plazca, porque siendo más condescendientes, es probable que se vaya sin pedir nada a cambio. 
Desearía buscarle la causa, esa mujer que lo ha destrozado y lo ha obligado a emborracharse un martes de septiembre, pero, como a mí, nunca fue buen Sherlock de sí mismo. A los dos no se nos da bien con la pesquisa, no pudimos nunca no cerrar los ojos al estornudar. Porque tanto el dolor como yo, somos humanos. Porque a mí me duele humanizarlo y traerlo a tomar unas pintas con nosotras, pero quizás así logre buscarse otro huésped.
Dame tiempo para acompañarlo en su agonia, sin dejar que me agobie coyunturalmente. Poco a poco se me va a desprender del cuerpo, y allí solo cabran risas que se acoplen a las tuyas. Déjame llevarlo a cuestas, merece mi respeto por mostrarme a donde estoy parada. Ya encontrará otro norte con el afán de seguir educando rebeldes sin causa.

1 comentario:

  1. Yo soy tu admiradora.
    "Porque siendo más condescendientes, es probable que se vaya sin pedir nada a cambio". Bravo.

    ResponderEliminar