domingo, 24 de abril de 2016

Ganas de

Y yo me moría de ganas de saludarte, porque venía aguantándome las ganas hace un par de temas atrás. Porque te veía como yo quería verte, te veía en mis ojos, y con tus pupilas posadas en las mías, intentando generar ese saludo por ósmosis. Las cartas ya estaban jugadas en nuestra mente, pero no podíamos dejar la timidez atrás y actuarlo de una vez. No podía salir de ese personaje tímido y a la vez en posición de ataque. Porque yo sabía que en ese instante podías esquivarme la mirada con un movimiento leve y unas palabras dibujadas.

Se prolongó lo más que pudo, y aunque buscaste evitarme y pasar por alto las alertas que te irradiaban el cerebro, el destino siempre es el que tiene la decisión. 
Pasaste a mi lado -no una, sino tres veces- con el orgullo en alto, porque el que quiebra la mirada pierde el juego. Las reglas estaban implícitas y esta vez fui yo la que no quise perder el turno. 
Fue como si no quisiera que sepas que estaba esperando nuestro saludo, y como que a la vez supieras cuánto tiempo lo había estado esperando. 
Yo no forcé el accionar del destino pero le pedí que me acompañara y desplazará a la cobardia para por fin poder captarte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario