martes, 22 de diciembre de 2015

No me sirve pedirlo

Ya quisiera que mis logros te arranquen una alegría, pero el amor genuino no funciona así. ¿Cuántas noches he pasado con el augurio de que te contentes con mis conquistas? Ya no llevo la cuenta.
Me dije mil veces a mi misma que lo fortuito es producto del destino, y que, quizás, por mucho pedir que las cosas sucedan, no siempre la constancia se convierte en hacedora. Me hubiese gustado que me alcances una copa de vino en esas noches más malévolas, en las que ni vos pudiste darme la mano y yo permitirme agarrarla.

Es una lucha constante con las voces de mi cuerpo, con aquellas voces que nunca encuentran la calma, cuya simbiosis yace en la discordia del desencuentro.
Cada historia es distinta, y en la mía ya no caben los consuelos, los ‘todo va a estar bien’ mentirosos que recibí a costas de esconderme un poco de la verdad. De maquillarme lágrimas tardías, que al final de cuentas siempre salen a relucir su mejor pose. Aquella calma que necesité años a priori, para sentir ese vigor de seguir en camino, del no abandonar.

Reconozco mis dones en la escucha continua, en la fuerza y las ganas para permanecer firme al costado, cuando mis colegas necesitan un centro para poder patear al arco. Y ahí es cuando no me encuentro en mi deber de saber recibir, porque cientos de veces he perpetuado el valor que se necesita para poder pedir lo que uno requiere, y a costa de todo mi ego reducido a la mínima expresión, para poder ser coherente con aquello que en verdad buscaba.

Quisiera extirparme esa expresión de angustia, que me corroe y me alimenta la victimización continua, quisiera poder decirte tantas cosas que yo creo que van a calmar mi sed; y aún así, sabiendo que nunca voy a dejar salir esas palabras de mi boca, porque de nada sirven ya las palabras, titubeo al escribir. Cuando es lo único que me queda, la única frontera que conoce mi discurso, y lo único que subestimo para retroalimentar el proceso.

Quisiera no sentir lo que siento, como tantas veces leímos en las novelas de amor. No sirve deshacernos del dolor, ni mucho menos del amor, más estoy segura de conocerme lo suficiente como para saber que con ello solo no alcanza. A mi no me alcanza, que quizás pocas cosas me alcancen con el tiempo, con el pasar de los años, con el viento a mi favor.

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