miércoles, 11 de noviembre de 2015

Me rompí.

Me rompí. 
Llegué hasta acá con el afán de ser lo que quiero ser, como dice Nietzsche, como lo llevo en la piel, y aún así, me rompí. 
Me rompí por no respetarme, por no escuchar lo que mi cuerpo intentaba decirme. Me creí indestructible, todo por ser algo que yo quería ser, y me rompí. 
Me rompí suave, como quien le quita levemente el envoltorio a un regalo, y me rompí. 
Busqué por todos los puntos cardenales las causas de mi lucha. Frívolice cada uno de mis últimos pensamientos antes de dormirme, queriendo ser normal, igual, desapercibida, y me rompí. 
Me rompí buscando ser feliz. 

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