Me rompí.
Llegué hasta acá con el afán de ser lo que quiero ser, como dice Nietzsche, como lo llevo en la piel, y aún así, me rompí.
Me rompí por no respetarme, por no escuchar lo que mi cuerpo intentaba decirme. Me creí indestructible, todo por ser algo que yo quería ser, y me rompí.
Me rompí suave, como quien le quita levemente el envoltorio a un regalo, y me rompí.
Busqué por todos los puntos cardenales las causas de mi lucha. Frívolice cada uno de mis últimos pensamientos antes de dormirme, queriendo ser normal, igual, desapercibida, y me rompí.
Me rompí buscando ser feliz.
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