jueves, 8 de agosto de 2013

Unión

A veces nunca alcanza, nunca será lo suficientemente adecuado para todos y cada uno de ellos.
Esa extraña virtud de acomodarse al tiempo para permanecer dentro del límite de lo normal, aquellos que se vuelven cada día más frívolos con sus argumentos de hacer lo que se puede y ser aquello que únicamente se puede ser. Vasta es la redacción de sus rezos para que yo pueda compenetrarme en acceder a caminar con ellos. 

¿Quién puedo ser yo si no sé quiénes son ellos? ¿Puedo realmente reconocerme en un otro? ¿Puedo acobardarme ante sus acciones? ¿Debo formar parte de la sumisión que exigen? No creo que todo esto sea posible, mas no por su loca idea de formar un esbozo único de un otro, sino por la mera sabiduría de saberme día a día más única e irreverente ante sus irrespetuosas puertas de querer controlar aquello que excede su responsabilidad. 

No me amedrenta la idea de volar fuera de su campo, no me enloquece tampoco. No creo que la solución sea extirparlos de mi mapa para poder seguir el rumbo de mis sensaciones. No creo en la violencia de separación, no creí nunca en la aceptación formal de un otro para recompensar la loca idea de jubilar sus pasos ante mi. Suponer el miedo como dos caras de una moneda es cada día más agotador, quizás, entendiendo que todo es un uno puedan entender mi proceder. No voy a decantar en un mundo de aceptaciones ni mucho menos voy a terminar accediendo a la división absoluta; yo pretendo la unión de la desesperación total, bosquejo un impreciso y turbulento conjunto de ambos planos. 

No pretendo que el carmín de su furia pueda amainarse, espero que se entienda, que no intenten la obligación, que tropiecen cuántas veces sea necesario para lograr, al menos, un conjunto, un conocimiento plural de ambos vuelos, de nuestros dos matices, de aquellas voces que con furia amarran el mejor tesoro, la propia convicción de un mundo pleno de familiaridad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario