sábado, 14 de marzo de 2015

Science versus notionem

A todos nos ocurre la angustia temporal de la incertidumbre; cuando no se puede explicar esa puja que hay en el esófago por dejar al llanto emerger del centro del estomago. Cuando se pretende escupir con vehemencia ese sentimiento frívolo y benévolo para congeniarse con un egoísmo altruista despojándolo del cuerpo, y querer que así se convierta en parte de un no yo.
No existe la dualidad como forma fáctica, quizás post mortem, pero no contamos con la suerte de comprobarlo en tiempo y forma; y parte de la aceptación de esa unicidad es donde yace esta angustia.
Aquel que se aferra al hecho como corriente de pensamiento, y aquel que empuja la idea de lo esotérico - quienes se permiten pensar con todo el cuerpo y no sólo con las ideas - no caen en esta angustia devastadora.
La lucha parte de la puja entre estas dos corrientes, es el ying y el yang del existencialismo; pregonar la sabiduría como fuente de abastecimiento para el desemboque de la integridad, y borrar con el codo aquello, en las noches más racionales.
Suele ser el agua que pone en tela de juicio la moralidad y el desquicio de entender el cosmos como un camino hacia la eternidad; prefiero creer que la lluvia es la que se lleva con ella el triunfo del sentir por sobre la razón, y a priori es la que ablanda el pensamiento y lo deja más endeble a sufrir esa suerte de permeabilidad con la cual el sentir despliega su nirvana.
Pero finalmente todo se reduce al consumo del placebo como parte de una paz temporal, para conectar nuevamente con el hecho de creer que no es más que un loco pensamiento que aflora cuando la humedad roza la atmósfera y la prepara para abrirse al conocimiento.

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