domingo, 15 de marzo de 2015

Te quiero ver

Te quiero ver caer, tropezar, quiero que te golpees muy fuerte hasta la última vertebra, hasta que sientas que no te puedas mover de dolor, como si una lanza estuviera cruzando tu cuerpo en diagonales infinitas, y no puedas ni respirar del dolor. Te quiero ver caer para verte levantar, para ver como convertís ese dolor en coraje y despegas aquello que quedó expuesto en el suelo en mil pedazos, tus mil pedazos, para juntarlos uno a uno y volver a ser vos in dolor.

Te quiero ver llorar cataratas de lagrimas en tus ojos, que no puedas ver, que tus ojos te ardan hasta ya no sentir dolor y no poder distinguir las corneas de tus ojos. Te quiero ver llorar por un amor que te dejó sin rumbo, que te dio mil vueltas en el aire y en vez de sujetarte con su cuerpo, te dejó caer más allá de lo que el suelo lo permite. Te quiero ver llorar por ese amor, por esa falta, por ese vacío que hoy parece perpetuo, porque sé que cuando te rías, tu risa va a explotar la tierra, como si el mundo fuese a crearse de nuevo, como si pudieras exonerarte del llanto para toda la vida.

Te quiero ver con bronca, con un enojo inexplicable, como si no creyeras nunca más en la existencia de justicia como pilar y base de la objetividad. Te quiero oír gritar y maldecir hasta tu propia madre, porque ya no crees en nada; que no te quede una sola cuerda vocal utilizable, porque de esa manera vas a poder enmudecer y recobrar las energías que necesitas para volver a cantar y enamorar con tu voz, y con esa armonía que recubre tu garganta cuando te explota el corazón de alegría.

Te quiero ver dormir un día entero, esperando que el mundo pase de largo y no te incluya en este viaje. Dormir para sentir que todo se termina ahí, que ya no te queda ni la fuerza para mover un dedo, para levantarte de la cama, para despegarte de ese agujero que te contiene y te retiene como imantado. Porque cuando te despiertes vas a brillar de energías, vas a volar en el éter como si fueses una mariposa que disfruta su estadía en este plano existencial.

Te quiero ver con desquicia, con locura, quiero ver como sentís que estás del otro lado del mundo, con esa incertidumbre de no saber si estás o no estás, con qué propósito, con qué meta, quién te trajo hasta acá y quién decide si dejarte o llevarte a otro lado. Con esa -casi- demencia que te exaspera, que te saca hasta la última gota racional que yace en tu cuerpo, la extirpa y te deja el no saber a riendas sueltas, porque cuando te conectes con el mundo nuevamente, vas a entender por qué necesitabas despegarte unos instantes de él.

Te quiero ver con miedo, con temor y terror, sufriendo con todas las celulas de tu cuerpo, sintiendo que ya no sentís nada y que ya no te queda signo vital por esconder debajo de la cama. Temblando de pánico porque ya tu cuerpo no sabe cómo reaccionar ante las adversidades, y deseando parar el sentir a cualquier precio. Cuando vuelvas en sí y el miedo se haya disipado por doquier, vas a sentirte con un coraje exquisito, con ese valor necesario que se necesita para conquistarte la integridad que los cuerpos necesitan para volver a casa.

Te quiero ver con ansias, con desespero y con la fuerza inmensurable que se necesita para volver a ver como te querés.

sábado, 14 de marzo de 2015

Science versus notionem

A todos nos ocurre la angustia temporal de la incertidumbre; cuando no se puede explicar esa puja que hay en el esófago por dejar al llanto emerger del centro del estomago. Cuando se pretende escupir con vehemencia ese sentimiento frívolo y benévolo para congeniarse con un egoísmo altruista despojándolo del cuerpo, y querer que así se convierta en parte de un no yo.
No existe la dualidad como forma fáctica, quizás post mortem, pero no contamos con la suerte de comprobarlo en tiempo y forma; y parte de la aceptación de esa unicidad es donde yace esta angustia.
Aquel que se aferra al hecho como corriente de pensamiento, y aquel que empuja la idea de lo esotérico - quienes se permiten pensar con todo el cuerpo y no sólo con las ideas - no caen en esta angustia devastadora.
La lucha parte de la puja entre estas dos corrientes, es el ying y el yang del existencialismo; pregonar la sabiduría como fuente de abastecimiento para el desemboque de la integridad, y borrar con el codo aquello, en las noches más racionales.
Suele ser el agua que pone en tela de juicio la moralidad y el desquicio de entender el cosmos como un camino hacia la eternidad; prefiero creer que la lluvia es la que se lleva con ella el triunfo del sentir por sobre la razón, y a priori es la que ablanda el pensamiento y lo deja más endeble a sufrir esa suerte de permeabilidad con la cual el sentir despliega su nirvana.
Pero finalmente todo se reduce al consumo del placebo como parte de una paz temporal, para conectar nuevamente con el hecho de creer que no es más que un loco pensamiento que aflora cuando la humedad roza la atmósfera y la prepara para abrirse al conocimiento.