jueves, 20 de junio de 2013

Centro de la tierra

Se miraron insurgentes, como queriéndose arrancar el alma con los huesos. Estallaban de locura, de esos placeres máximos que logran colocarlo a uno en un paraíso supersónico. 
Apagaron sus miradas y se dejaron abstraer por el color de la noche, y en ese instante no se dijeron nada más.
Transcurrieron minutos dionisíacos, porque el tiempo parecía quedar obsoleto de todo juicio. Ese plano ya no correspondía al círculo del orden de lo normal, ya no parecía haber normalidad. 
No había viento, estaban cubiertos de un eter denso que todo se lo llevaba con él, menos ese hilo conector.
Ya nada se movía, y nada tenía la forma que solía tener, ahora ellos sabían que solo quedaba la energía que los envolvía a ellos dos.
Se supieron conectar, más allá de todo temor, más allá de las creencias que cada uno traía en sus bolsillos. Pero el miedo, ese miedo violento y turbulento seguía allí; paradójicamente tenían que sentir, cosa que nunca habían logrado hacer por si mismos. Se creían omnipotentes mas no sabían sentirse, ni a ellos ni entre ellos, ni por ellos y menos para ellos, y allí solo se podía sentir.
Consiguieron dejarse atraer por el contexto que los contemplaba, y se permitieron saborear en energía. Tampoco tenían permitido creer o descreer, no estaban aptos en consciencia, no había forma que le gane al destino; ya no dependía de ellos.
Con los ojos cerrados y los prejuicios abstraídos por el siniestro en el que estaban envueltos, dieron rienda suelta a la libertad.
En un principio todo parecía estar calmo de miedos y sugestiones, pero poco a poco el tiempo parecía abducirlo todo.
Sus instintos se apagaron y sus placeres comenzaron a alborotarlos. Se introdujeron en un mar de encuentros, de ellos dos, de profundidades tempestuosas.
Se redujeron a cero sus excusas y no podían más que distenderse a ese encuentro - a criterio de ellos - tan feroz.
Para ella el encuentro le tenía preparado un deleite de su más profundo terror, de sus torturas nocturnas y de sus fantasmas más añejos. A diferencia de él, que todo lo que estaba a punto de dar comienzo era lo que había intentado conseguir en otras experiencias, en otros tiempos - a toda costa - y sin efecto.
El fuego por fin estaba allí, a punto de empezar, sus deseos al borde de hacerse presentes, y ese suspiro que los llevaría a conseguir ese punto de inflexión que tanto habían tratado de eludir con el tiempo y el esfuerzo de no intentarlo tiempo atrás.
No se sabe a ciencia cierta lo que pudieron saborear, pero a cada uno de ellos le había surgido una lacrimógena desdicha de no saber - por primera vez en sus putas vidas - como reaccionar.
El silencio fue apagándose e a poco, y el fuego desapareciendo de todo paisaje, y ellos dos seguían allí, solo ellos, solo sus sentires más profundos. Allí se descubrieron, por fin se conocieron.

miércoles, 12 de junio de 2013

Eternamente

Había tenido largas conversaciones con sus más íntimos enemigos que lo habían llevado a pensarse vil y cruel en su tiempo y forma que lo acompañaba; había perdido la calma cientos de veces por menesteres ajenos, por tiempos que no le pertenecían.
A veces somos raros, a veces estamos confundidos, y ciertas veces -con el más impune de nuestros pensamientos- nos sentimos abatidos por el miedo y la desdicha.
Fue aquél día que decidió no sacarse más disculpas de adentro, con carácter urgente desaliñó toda prisa que le ocupaba la mente, y sucumbió a liberarse de sus culpas. No dejó que el tiempo lo apabullara, no sintió culpa por su ignorancia. Al final de cuentas el sabía que todos íbamos a redimirnos en algún momento, que todos urgíamos por un perdón eterno que nos preste calma y serenidad.
Ese día se consagró libre, y cada vez más encadenado a su propia integridad.

miércoles, 5 de junio de 2013

Falsos profetas

Callaban a los gritos de esperanza
se jactaban de un crecimiento sustentable.
Amainaban la tormenta con miedos jerárquicos
y los obligaban a ser juzgados eternamente.

En un arrebato de encierro
supuraron las tertulias del pasado
reivindicado la union de pueblo
que ya desbastado imponía separación.

De sabrosos guerreros componían sus discursos
desafiando a toda historia escultural.
A sabiondas del conocimiento público,
a velocidades sangrientas.

Sus manias los dejaban en jaque
logrando un descubrimiento sideral
que disfrazaban de falsos proyectos
compuestos por presas ilusiones.

Ya con impune soberbia
iban desarraigando el patriotismo
que tan bastardeado dio batalla
a un difuso menester contractual.

Cumplir sus objetivos intentarán
a cuestas de derrumbar la perpetuidad
pero no lograrán callar esas voces
que surgen de las mentes abiertas.