domingo, 25 de noviembre de 2012

En continuidad


Que completes ese cielo con miradas bandidas. 
De radiantes lunas condenadas a vivir más de la cuenta. 
A soñar en estado de permanencia redundante. 
A ser la vigilia más amenazante. 
No poder dormir en soledad, con una gris y catártica furia de besos remanentes, 
de besos congelados, saturados en complicidad; 
con el más fiel de los recuerdos de vivirnos opuestos y sentirnos en inmensidad. 
Soy el orador más cruel de tu desdicha, 
de esa sinergía que amasija tu andar, 
soy el sol y la lírica de tus tardes de abril, 
que se intimidan con el verso de vivir en libertad. 
Dos minutos retorcidos en el tiempo, 
seis años de ferviente vanidad. 
En el medio un inconsciente, 
un acertijo de silencios imprudentes que golpean, 
con el impulso de dos cielos sin perdón. 
No sabemos hasta entonces, 
sin vacíos ni rencores, como empezar esta historia. 
Cinco años o siete segundos en contradicción, 
una jugada diez partidas, de un insolente fervor. 
En el tiempo abdicamos un sinfín de comienzos; 
y abjuré mil sentidos sin piedad. 
Perpetuo de mi condecoración, que en un acto desfalcar tu amor merece castigo. 
Creo con vehemencia que en un tiempo paralelo hallaremos nuestro espacio. 
Volveremos victoriosos con el afán de haber creído siempre en nuestro destino.