lunes, 30 de abril de 2012

VI


Este silencio tiene un gusto tan incierto como el porvenir. La densidad del aire que posa entre el hoy y el mañana es la misma que recubre su respuesta.
Tanto como sus palabras son la verdad más absoluta, trae a consecuencia la duda de olivia.
Decidió mentalizarse en  vivir el hoy, pero no cree sentirlo, o prefiere dar vuelta la cara.
No son tantos los vacios que llenan sus días, quizás, se atrevería a decir que uno solo; pero no se va a animar, nunca es el momento.
La imagen más pura vive en su retina. Una Buenos Aires sumergida. Un frio de invierno como en los años setenta, y un tinte más adormecido que lo normal.
Esas miradas sin juicios que se cruzan en su camino es una suerte de delirio para Olivia. Hoy prefiere
no descubrirlas.

Son días de desconcierto y profundidad intimidante. Son los días que Olivia prefiere no transtitar,
aquellos días que la llevan al choque personal. Se define ausente y sigilosa, lo que nunca fue.
Sus intentos por no descubrir que hay en su propia mirada fueron absolutamente fallidos, ya no es tiempo de esconderse.

Se despertó con el frio usual con el que se despierta las mañanas de otoño, pero mucho más sincero que los días anteriores. Agarró sus cosas una tarde de domingo y decidió dejar de taparse los ojos con las manos. Se fue perdida en su silencio, se fue en paz pero con la mayor de las dudas:
el no saber por no arriesgar a más.