martes, 2 de agosto de 2011

Causalidades

"La suerte gobierna nuestras vidas en mucha mayor medida de lo que nos atrevemos a admitir." 

Nunca creí en las casualidades, nunca fui de creer que la suerte es parte de nuestras vidas. Soy de las amantes de la causa y el efecto. Podría decir que entre la frase citada del principio y lo que estoy diciendo hay un oxímoron; en efecto lo hay. 
Me desperté leyendo esta frase en twitter, y me acosté escuchando la misma frase de la boca de su intérprete. Resulta que la frase que cité al principio es la de la película que “por casualidad” encontré en cuevana. Por eso digo, no nos engañemos, las casualidades no existen. Busquen la diferencia entre casualidad y causalidad y saquen sus propias conclusiones.

Ah, la pelicula: Whatever works - 2009- dirigida y escrita por Woody Allen.

lunes, 1 de agosto de 2011

Midnight in Paris



No creo en el tiempo ni tampoco en el espacio, pero creo fervientemente en la imaginación, y el poder de la imaginación puede transportarnos a cualquier escena en la vida, tanto real como imaginaria. Creo en esta película como creo en la mayoría de las películas de Woody Allen, pero por sobre todas las cosas creo que la potencia con la que nos permite remitirnos a las simpleza de la vida, es única. Quedo sujeta a la inclusión del romanticismo según las etiquetas de la película y me parece una de las cosas más maravillosas que descubrí hoy día.
No conozco París, no conozco ni un cinco por ciento de lo que me gustaría conocer en este mundo. No hablo Francés, no sé tanto de arte como me gustaría saber y todos los libros que pueda llegar a leer en mi vida nunca van a ser suficientes. Poco sé de crítica literaria pero aún menos sé de crítica plástica.
Recorrí París mil veces; en fotos, en las películas, en el arte y en la literatura más que nada. Me atrevo a decir que la primera vez que fui a París lo hice a través de Cortázar. Dicen que Buenos Aires tiene algo mágico, Cortázar creía que esa magia que recorre Buenos Aires tiene el mismo poder que la magia que cubre a París en cada recoveco. Aprendí que una copa de vino es más compleja que la psiquis freudiana y que el jazz no es para cualquiera. Entendí que el café y las charlas sobre filosofía tienen más valor que la moneda misma. Leí que el amor es algo tan ambiguo y subjetivo que se termina volviendo efímero. Las relaciones humanas son complejas porque queremos que así sean y los valores lideran porque el límite siempre fue un obstáculo en la vida de cada persona.
No sé cuando ni en qué momento pueda llegar a yuxtaponer mi visión de París sobre París misma, pero estoy segura que esa magia que reflejan de París, es verdadera.